Como much@s ya sabéis, el 15 de mayo regreso a Japón. En esta ocasión no es por motivos académicos o laborales sino más bien por puro placer. Será un viaje exprés para turistear y calmar mis ansias de volver a un país que, en 11 meses, consiguió cautivarme por el resto de mis días.
Han pasado ya cerca de tres años desde que regresé a España y he tenido al país del sol naciente y todas las memorias que allí creé muy presentes durante este tiempo. El mono no aware, ese concepto japonés (del que espero hablar largo y tendido en otra entrada) tan mágico y fascinante, es el que me hace valorar por completo mi experiencia. Aplicado a este caso, los recuerdos que guardo de esa época hacen, en ocasiones, que sienta una alegre añoranza, si es que eso es posible, pues añorar implica sentir pena o tristeza. Precisamente porque esa época fue finita, porque tuvo un principio y un final, porque en resumidas cuentas, fue efímera, me hace valorarla en su justa medida. Fui un afortunado por vivir aquello y recordarlo de esta manera es lo que me permite que la felicidad sea plena.
Revisitar Japón será como volver a ver a un viejo amigo al que hace años que no veo. Los dos hemos cambiado, pero esa es la parte que más me emociona. El reencuentro, el redescubrimiento de ese nuevo Japón a través de mi nuevo yo. Sé que esta vez será diferente, hay millones de cosas que quiero hacer, pero también quiero no hacer nada, simplemente perderme, callejear, sentarme a contemplar lo que ocurre a mi alrededor desde el banco de un parque.
Me he echado en cara muchas veces el haber abandonado antes de tiempo este rinconcito desde el que expliqué parte de mi aventura en el país del sol naciente. Aquí y ahora, quiero pedir perdón a los tres gatos (y dos perros) que me leían. Pero sobre todo, disculpas a mí mismo. Me quedé con las ganas de escribir y compartir infinidad de contenido. Por suerte, y a diferencia de otras tantas cosas en la vida, esto sí tiene solución. Con vuestro permiso (si es que queda alguien), y ante todo, con mi permiso, me dispongo a hacer eso y más de ahora en adelante.
Han pasado ya cerca de tres años desde que regresé a España y he tenido al país del sol naciente y todas las memorias que allí creé muy presentes durante este tiempo. El mono no aware, ese concepto japonés (del que espero hablar largo y tendido en otra entrada) tan mágico y fascinante, es el que me hace valorar por completo mi experiencia. Aplicado a este caso, los recuerdos que guardo de esa época hacen, en ocasiones, que sienta una alegre añoranza, si es que eso es posible, pues añorar implica sentir pena o tristeza. Precisamente porque esa época fue finita, porque tuvo un principio y un final, porque en resumidas cuentas, fue efímera, me hace valorarla en su justa medida. Fui un afortunado por vivir aquello y recordarlo de esta manera es lo que me permite que la felicidad sea plena.
Revisitar Japón será como volver a ver a un viejo amigo al que hace años que no veo. Los dos hemos cambiado, pero esa es la parte que más me emociona. El reencuentro, el redescubrimiento de ese nuevo Japón a través de mi nuevo yo. Sé que esta vez será diferente, hay millones de cosas que quiero hacer, pero también quiero no hacer nada, simplemente perderme, callejear, sentarme a contemplar lo que ocurre a mi alrededor desde el banco de un parque.
Me he echado en cara muchas veces el haber abandonado antes de tiempo este rinconcito desde el que expliqué parte de mi aventura en el país del sol naciente. Aquí y ahora, quiero pedir perdón a los tres gatos (y dos perros) que me leían. Pero sobre todo, disculpas a mí mismo. Me quedé con las ganas de escribir y compartir infinidad de contenido. Por suerte, y a diferencia de otras tantas cosas en la vida, esto sí tiene solución. Con vuestro permiso (si es que queda alguien), y ante todo, con mi permiso, me dispongo a hacer eso y más de ahora en adelante.
Zip&Go está de vuelta, JOD*R.
En breve, más y mejor.
Nos leemos.